Carreteras abandonadas 
Desde Fomento se habla de “coordinar acciones en zonas sensibles que se han podido identificar”, aunque según el plan que manejan en Sevilla su labor estaría bien delimitada: limpieza de cauces para el paso de la fauna y reparación de mallas perimetrales de la autovía A-4 y desbroce de márgenes y señalización de peligro de atropellos y reducción de velocidad en la N-442. 

Muchas de estas importantes carreteras están valladas para evitar que linces y otros animales, como jabalíes y ciervos, crucen sobre el asfalto provocando su muerte y un grave accidente que también puede provocar lesiones en las personas. Pero no se trata únicamente de poner puertas al campo, sino de hacer bien: hasta hace poco las alambradas no se enterraban y los linces las evitaban excavando. “Buena parte de este vallado se encuentra en los pasos auxiliares de las carreteras y tienen agujeros gigantescos”, denuncia Pérez de Ayala, quien critica el abandono de muchos tramos. 

Además, a los animales se les ofrece una vía de paso por encima o por debajo de la calzada. Los carísimos pasos elevados no son la única alternativa, ya que hay numerosos pasos de agua inferiores, pasos auxiliares por los que el felino amenazado podría discurrir sino fuera por su lamentable abandono, que impide cruzarlos, según denuncia WWF. Lo cierto es que uno de los objetivos del plan de recuperación es mantener los atropellos por debajo de un 3% del total de la población y los datos de 2013 se elevan hacia el 5%. 

Pero más allá de las acciones directas en las carreteras, cabe preguntarse qué está ocurriendo para que se dé este notable aumento de atropellos. En algunos aspectos, la teoría se contradice con los datos recogidos (ver tabla). Por ejemplo, lo normal es que el grueso de los animales encontrados en carretera fueran ejemplares jóvenes o subadultos: los linces, muy territoriales, provocan la dispersión de los más jóvenes que se ven obligados a buscar un nuevo hogar. Sin embargo, siete de los 14 atropellados este año son ejemplares adultos (y hay tres con edad sin definir). 

También es lógico que el mayor número de accidentes en carretera tengan lugar alrededor de diciembre y enero, que es cuando los linces entran en celo y expulsan a los posibles competidores de su área de influencia. En cambio, en las últimas temporadas se han producido numerosos atropellos en primavera y verano. El fenómeno que se ha observado es que antes los accidentes se daban únicamente en el entorno de Doñana (Huelva y Sevilla) y ahora el problema se ha desplazado a las poblaciones emergentes de Sierra Morena, Guadalmellato y Guarrizas (Córdoba y Jaén).

TABLA | Datos sobre atropellos de los últimos cuatro años. >> Accede a los datos en Google Docs 

“Tenemos dos problemas: la escasez de conejos y el aumento del número de linces, que más que un problema es una bendición”, resume Miguel Ángel Simón. En sólo una década se han triplicado los 95 ejemplares que se censaron en 2002 (PDF). Se han comenzado a repoblar nuevas áreas de introducción y las zonas tradicionales florecen: Doñana pasó de 41 a 84 linces en estos diez años. “Por ejemplo, la zona del Aljarafe es un núcleo magnífico de animales que se encuentra en medio de un nudo tremendo de carreteras, al lado de todas las ciudades dormitorio de Sevilla”, explica Simón. 

En la zona del Aljarafe está la carretera A-481, que discurre junto a un arroyo natural, y en el que los linces caen como moscas bajo las ruedas de los coches: nada menos que cinco animales muertos desde 2010 en una decena de kilómetros (ver mapa). Algo parecido sucede en las zonas repobladas de Sierra Morena, en el entorno de la localidad jienense de Andújar han muerto cuatro linces en dos años: un tramo de diez kilómetros de la concurrida autovía de Sevilla se ha convertido en una trampa mortal. 

La culpa es del conejo, más bien de su escasez. Una nueva enfermedad, un virus que ha mutado y que desangra a la principal fuente de alimento del lince, provoca que este se mueva a buscar comida más allá de su territorio. “El conejo está en el centro de todo”, indica Simón, “cuanto menos alimento, más se mueven buscándolo”. 

El presidente del Consejo de Doñana, Miguel Delibes de Castro, trata de ponerle sosiego a las cifras. “Antes no veías una nutria atropellada, porque no había casi, y ahora los ves a cientos”, razona Delibes, miembro del Consejo Editorial de Materia. Y añade: “Estas cifras eran impensables porque no había tantos linces y menos cerca de las carreteras; ahora son muchos”. “El mayor riesgo es que la mala imagen de los atropellos asuste a los políticos y quieran desligarse del proyecto”, concluye el biólogo.
Actualizado el 13 de diciembre de 2013 con el dato de un último lince atropellado en la A-4 que eleva la cifra a 14 en lo que va de año. 
MÁS INFO
» Accede aquí a la tabla de datos de este trabajo periodístico(Materia)
Javier Salas